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La verdad sobre la Santa Faz

Algo de historia de la Santa Faz de Alicante

La devoción de los alicantinos hacia la Santa Faz viene del 17 de marzo de 1489, fecha del primer milagro conocido.
Historia de la reliquia
Nada nos dicen los evangelios sobre aquella piadosa mujer que, compadecida del sufrimiento de Jesús, le ofreció su velo para que limpiase su rostro ensangrentado, pero una ininterrumpida tradición ha llegado hasta nuestro tiempo, venerando las imágenes de aquel rostro que quedó grabado en las tres dobleces de aquel velo. Una se encuentra en Roma, otra en Jaén y la tercera, que es la que a nosotros nos ocupa, en el Monasterio de la Santa Faz de Alicante.
La reliquia permaneció en Jerusalén hasta el siglo VI, en el que empezaron las primeras invasiones musulmanas y los cristianos por miedo a que fuera profanada, juntamente con otras reliquias, la trasladaron a la isla de Chipre, donde permanecieron hasta el año 640, en el que fueron llevadas a Constantinopla, en busca de un lugar más seguro, siendo depositadas en la Iglesia de santa Sofía, donde el santo lienzo quedó expuesto al culto y veneración de los fieles.
El 29 de Mayo de 1453, siendo Emperador de Constantinopla Constantino XII, la ciudad fue tomada por los turcos y, según cuenta la tradición, los hijos del Emperador, huyeron a Roma, llevado consigo varias reliquias, entre ella la de la Santa Faz, que entregaron al Pontífice Nicolás V, que guardó el Santo Lienzo en su oratorio privado.

Siendo Papa Sixto IV, hubo en Venecia una tremenda epidemia y el Papa les envió, por medio de un Cardenal, la reliquia de la Santa Faz que guardaba en su oratorio, (con la expresa orden de que pasada la epidemia la devolviesen a sus manos) quedando poco después totalmente extinguida la epidemia. Repetidas veces el Papa reclamó la devolución de la Reliquia y sólo cuando los venecianos se vieron amenazados de graves sanciones canónicas accedieron a devolverla por el mismo Cardenal que la había llevado. Poco antes de su llegada Roma falleció el Papa y el Cardenal guardó la reliquia en su oratorio privado.
la Santa Faz llega a Alicante
Acompañando a un Cardenal (no se ha conservado su nombre), de paso en Alicante, el sacerdote D. Pedro Mena, viajo a Roma y al ser nombrado Cura de San Juan, el Cardenal le regaló el sagrado lienzo que custodiaba en su oratorio, recomendándole la veneración y estima merecidas a dicha reliquia.
D. Pedro Mena la depositó en el fondo de un arca en la guardaba objetos de valor del Templo. Algún tiempo después, al abrir el arca, encontró el lienzo desplegado y colocado en la parte superior sobre la ropa que lo cubría. Al repetirse este hecho, colocó el lienzo sobre una tabla quedando expuesta a la veneración pública.
En el año de 1489 y con motivo de una fuerte sequía se pensó en organizar una procesión de rogativas, en la que se llevaría el lienzo de la Santa Faz. Dicha procesión se organizó el 17 de Marzo de 1489, desde el pueblo de San Juan hasta el santuario de Ntra. Sra. de los Ángeles.
“Después de haber caminado como un cuarto de legua, al pasar el pequeño barranco de Lloixa, el sacerdote que llevaba la Santa Faz en sus manos (P. Villafranca), sintió tal peso en sus brazos que no pudo mantenerlos en alto, al mismo tiempo que perdía el movimiento de sus pies, teniendo que ser auxiliado por otros sacerdotes, que le llevaron hasta una pequeña altura más allá del barranco. Una vez allí todos los presentes pudieron ver como del ojo derecho de la Santa Faz salía una lágrima que se paró en la mejilla, creciendo de tal manera que aún los que estaban más apartados pudieron verla. Impresionados regresaron a San Juan, acordando repetir la procesión de rogativa el viernes siguiente.”
En este mismo lugar, en el año 1490, se levantó un nuevo templo de 34 metro de largo por 10 de ancho, al que se agregaron las dependencias necesarias para la comunidad encargada de la custodia del lienzo de la Santa Faz. Esta Comunidad pertenecía a la orden de San Jerónimo, que permaneció en el monasterio muy pocos años, instalándose en él el 17 de Julio de 1518 una comunidad de cuatro religiosas Clarisas, procedentes del Monasterio de Gandia.
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Este templo se declaró ruinoso y fue demolido en el año de 1748, construyéndose el actual que fue terminado en el año de 1766. El 16 de Julio de ese año era depositado el lienzo de la Santa Faz en el nuevo templo.
(Notas tomadas del libro “LA VERDAD SOBRE LA SANTA FAZ” de Federico Sala Seva)
Desde entonces, el Monasterio de la Santa Faz ha sido lugar de peregrinaciones desde todos los confines de España siendo numerosos los Reyes y Jefes de Estado que han orado en el Templo. La festividad de la Santa Faz es en un acontecimiento anual del que no se sustrae prácticamente ninguno de sus vecinos.
Fue el pasado mes de Octubre cuando el Ayuntamiento de Alicante declararó 2014 como “Año de la Santa Faz” con motivo de la concesión del Año Jubilar por parte del anterior Papa, Benedicto XVI, y por la coincidencia, en este año,  del 525 aniversario del “milagro de la lágrima”.
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El Año Jubilar y los 525 años del “Milagro de la lágrima”, dan  este año 2014 un especial protagonismo a la veneradisima requilia, que lleva más de 500 años otorgando gracias a la ciudad de Alicante y a todos sus habitantes.
¿Qué quiere decir Año Jubilar?
Este año la romería de Santa Faz para venerar uno de los pliegues con los que la Verónica secó el rostro de Cristo en su camino al monte Calvario coincidirá con el 1 de Mayo.
El Año Jubilar fue concedido por el Papa emérito Benedicto XVI pocas fechas antes de presentar su renuncia y esta distinción se sumó a la dada a la reliquia alicantina en febrero de 2012, cuando se otorgaron indulgencias a todos los peregrinos hasta 2019.
Desde que, en 1490, el Papa Inocencio VIII concediese las primeras bendiciones por medio de una Bula Apostólica a quienes visitasen y venerasen la Santa Faz en Alicante, son muchos los Pontífices que han reconocido el valor del culto de este lugar sagrado.
Las indulgencias plenarias consisten en “la remisión ante Dios de la pena temporal merecida por los pecados ya perdonados, obtenida para sí mismo o para los difuntos”.
Durante el “Año Jubilar” pueden obtener esta gracia todos aquellos que, cumplidas las acostumbradas condiciones de confesión sacramental, comunión eucarística y oración por el Papa, “bien individualmente o en grupo visiten la iglesia conventual de las Clarisas de la Santa Faz y allí participen en los sagrados cultos”.
También quienes pasen un tiempo en piadosas consideraciones ante la sagrada imagen expuesta a la pública veneración.
El “milagro de la lagrima”
El “milagro de la lágrima” se remonta al 17 de marzo de 1489 en el barranco de Lloixa, a caballo entre las localidades de Sant Joan y Alicante, donde se asienta el actual caserío.
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En 1489 una sequía terrible azotaba a la huerta y la ciudad. Como relata Gonzalo Vidal Tur, «se dejó ver una sequía tan tenaz que la miseria y el espanto formaban el pavoroso porvenir de aquellas gentes pobladoras de la Huerta». Mosén Pedro Mena, cura de Sant Joan, propuso entonces a dos frailes franciscanos que estaban en la parroquia predicando la cuaresma -Francisco Bendicho y Francisco Villafranca-, organizar una procesión de rogativas desde Sant Joan hasta el santuario de los ängeles, donde ellos moraban, implorando agua de lluvia para los secos campos.
Y así ocurrió. La peregrinación se inició al amanecer del día 17. El párroco cedió su puesto de honor a uno de los franciscanos, y así pudo ordenar y dirigir tranquilamente a la muchedumbre que cantaba el Rosario y los Salmos Penitenciales. «Marchaban con mucha devoción y recogimiento» escriben las crónicas, «cuando después de haber caminado un cuarto de legua, al llegar al pequeño barranco de Lloixa, el portador de la Santa Faz, el P. Villafranca, sintió tal peso en los brazos que no pudo tenerlos en alto, y quedando sin movimiento en los pies, empezó a dar voces de ‘¡Socorro!’ Paró la procesión con esta novedad, y mientras la gente rodeaba asustada la Sagrada Imagen, vieron todos que del ojo derecho de la reliquia salía una lágrima que, corriendo hasta la mejilla, se paró en ella y creció de manera que no sólo los circundantes, mas aún los que se hallaban apartados, la pudieron ver».
Entre los muchos asistentes que habían acudido a admirar el suceso, estaba D. Guillén Pascual, un acaudalado caballero alicantino perteneciente a la nobleza local. Él certificó la veracidad de lo ocurrido, tocando la lágrima con uno de sus dedos. «Había confirmado el milagro, y dio testimonio de él todos los días de su vida. Obtuvo, de su Majestad D. Fenando el Católico, añadir al apellido ‘de la Verónica’ y portó siempre un dedal de plata en aquel dedo, por respeto y reverencia». Pero aún hay más: D. Guillén era dueño de los terrenos testigos del prodigio celestial, y regaló las tahúllas para que la municipalidad erigiese allí un Monasterio Verónico: nuestro actual Monasterio de la Santa Faz.
Maravillados por el milagro de la lágrima, se envió un emisario a la ciudad de Alicante para comunicar lo ocurrido, tropezándose en el camino con otro enviado por el Cabildo Municipal que había recibido noticias confusas y quería aclarar lo ocurrido. Ambos eran enemigos irreconciliables y se habían jurado muerte, lo que en aquellos años era textual. Sin embargo, sensibilizados por el milagro de la lágrima y el poder de la Faz Divina, se perdonaron, levantando en ese lugar la conocida hoy como “Creu de Fusta”. Este fue el segundo milagro de la Santa Faz.

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