En esa longitud, está comprendida, la Iglesia, el convento y la universidad. Toda la fachada es de sillería y debía estar finalizada la portada del Colegio, hacia 1555 ya que se colocan las puertas de madera en ese año. En ella se aprecian los tres pisos, con el bajo marcado por la cornisa o moldura, que separa los dos superiores con sus ventanas y las puertas de acceso a la iglesia, convento y universidad.
Por el lateral de levante, recientemente puesto al descubierto en una acertada labor de restauración del entorno al quitar las casas y parte de los patios del colegio, nos encontramos en la fachada con un gran escudo de armas de Loazes y, así mismo, una efigie del fundador, en la parte superior, con las insignias de arzobispo y una leyenda que, en latín, dice: “Dominus Ferdinadvs Loases erexit hoc Collegivm anno 1562”. Esto nos da la pista acerca de la finalización de la fachada del colegio.
En el segundo cuerpo, se encuentra en la hornacina, la figura de Santo Tomás de Aquino, el más importante santo de la Orden dominíca, flanqueado de dos columnas más pequeñas que las anteriores. Remata la fachada la figura alegórica de la Sabiduria. En la abundante decoración son perceptibles ya elementos rococó.
La Iglesia consta de una nave que mide aproximadamente unos 50 metros con bóveda de 21 metros de cañón semicilíndrica y capillas entre los contrafuertes. Por encima de éstas discurre una tribuna con balcones que en las iglesias jesuíticas servían para que la comunidad asistiera a los oficios. No en vano responde al modelo italiano de iglesia que realizó Giacomo Barozzi (Vignola) (1507-1573) en Roma durante el Renacimiento: "Il Gesú". (Esta iglesia es la sede de la Orden de los Jesuitas y en 1985 celebró su IV Centenario).
El crucero se culmina con una cúpula semiesférica, apoyada sobre cuatro arcos torales y rematada por una linterna de iluminación. Termina la Iglesia con un Altar Mayor de ábside semicircular con una enorme pechina como techo y un retablo con unas tallas sobre ocho peanas en gran parte destruidas durante la Guerra Civil (1936-1939), de las cuales quedan las del cuerpo superior y algunas en mal estado.
Actualmente preside este altar el retablo de "Los Misterios del Rosario", atribuido al discípulo de Juan de Juanes, Fray Nicolás Borrás, pintor de Cocentaina que debió pintarlo hacia 1565-75. Éste, igual que su maestro, sigue el modelo italiano, especialmente de Rafael. Se trata de una pintura al óleo sobre tabla y es uno de los más bellos retablos del Renacimiento y debió ser un encargo del mismo Loazes. Consta de 14 misterios (falta el cuarto de los gloriosos, que corresponde a la Asunción de la Virgen) distribuidos en tres calles, presidida por la talla de la Virgen del Rosario situada en una hornacina en la calle central, que correspondería al misterio que falta, y, 6 frailes dominicos –entre los cuales destaca S. Vicente Ferrer-, situados en los guardapolvos laterales.
En 1690 comienza la decoración de la iglesia por el pintor dorador Francisco Heredia que pinta parte del Presbiterio. Entre 1692 y 1695 el pintor valenciano Bartolomé Albert, realiza la pintura, al fresco, de la bóveda de la nave principal con escenas de la Gloria y con escenas de la vida de la Virgen, la bóveda del Coro.
En 1700 se pintan los dos grandes cuadros, de más de 4 metros de largo, que ocupan los muros laterales del Altar Mayor, por el lorquino Pedro Camacho Felices. En el lado del evangelio nos encontramos "La Confirmación de la Orden de Predicadores por el Papa Honorio III " en él podemos ver a Santo Domingo arrodillado frente al Papa, ante la mirada de cinco cardenales, dos de espaldas al espectador y tres de frente. En el ángulo inferior de la derecha aparece una cartela en donde, en términos latinos, se nos recuerda el hecho de la aprobación de la orden de Predicadores el 22 de Diciembre de 1216, (hacia 1223, el mismo Papa confirmaría la Orden de los Franciscanos).
En el lado de la epístola nos encontramos "La aparición de la Virgen del Rosario y Jesús niño a Santo Domingo", en la cual podemos ver a la Virgen con el niño Jesús en una nube rodeada de santos de la Orden dominica y entre los cuales se destaca Santo Tomás de Aquino con un libro y el Beato Reginaldo de Orleáns propagador del Rosario. Santo Domingo aparece de rodillas, orando y a su lado sus símbolos el perro con la antorcha que también vemos en el claustro de la universidad.
Al mismo tiempo se realizan los retablos del Altar Mayor por Laureano Villanueva, padre del famoso fray Antonio de Villanueva, Bartolomé Perales y José Caro (este último trabajó en el taller de Nicolás Salzillo). Hoy, este retablo, lamentablemente, está bastante destruido como consecuencia del bandalismo ejercido en la Guerra Civil, en donde desapareció el primer cuerpo y quedo parte del segundo cuerpo.
Así mismo a los pies del Altar Mayor, en el lado del evangelio, se encontraba según nos cuenta D. Josef Montesinos en su “Compendio Histórico Oriolano” un “mausoleo de piedras preciosas, con su busto vestido de Pontifical”. Fue erigido, en 1726, siendo rector el Reverendo P. Mro. Fray Domingo Terol. Este túmulo fue destruido durante la Guerra Civil.
Entre 1680 y 1687, se levantó la Capilla del Rosario en el lado izquierdo del crucero, cuya cúpula decorarían Senén Vila y Bartolomé Albert y el retablo, que es posterior, es de Antonio Perales.
El órgano fue lo último que se hizo. Su autor fue Fulgencio Llop, que lo realizó en un tiempo récord, desde marzo a julio de 1701. La iglesia fue bendecida el 30 de julio de 1701 y en octubre de 1706 sufrió un bárbaro saqueo por los partidarios de Felipe V, al mando del Cardenal Belluga.
Posteriormente, se procede al dorado del retablo del altar mayor, en 1727, por Julián Martínez. Y en 1737 se sustituye el primitivo órgano por otro más grande realizado por Martín Usarralde. La iglesia debido a su decoración, se ha considerado como un templo barroco, pero en realidad es una obra renacentista, profusamente decorada en la época barroca, siendo un excelente ejemplo del ambiente triunfal y exaltado de la Contrarreforma, en donde la iglesia no sólo debe acoger a los fieles, sino, sobre todo emocionar, lo cual logra con creces.
Es un precioso claustro barroco, encuadrado en un edificio renacentista de unos 33 metros de lado (unos 7 m. más pequeño que el Claustro Mayor) pero mucho más ágil ornamentado. Las columnas de fuste liso toscano y capiteles corintios sostienen siete arcos. En las enjutas de los arcos se encuentran labrados los escudos de Loazes, los Reyes de la Casa de los Borbones, el Papa, la figura emblemática de Santo Domingo (el perro con la antorcha), el Oriol (símbolo de la ciudad), las barras del reino de Aragón, etc. En la galería superior, las columnas se apoyan sobre una magnífica balaustrada, que les sirve de basamento.
En el ángulo noroeste, nos encontramos con la Puerta de entrada al Salón de Actos, enorme estancia recientemente restaurada y donde tienen lugar las ceremonias más significativas del año escolar.
Posted by Alicante en la Mochila on Martes, 23 de junio de 2015
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